Encontrando el Norte

Una rosa de los vientos o rosa náutica es un círculo que tiene marcados alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte. En las cartas de navegación se representa por 32 rombos (deformados) unidos por un extremo mientras el otro señala el rumbo sobre el círculo del horizonte. Sobre el mismo se sitúa la flor de lis con la que suelen representar el Norte que se documenta a partir del siglo XVI. También puede ser un diagrama que representa la intensidad media del viento en diferentes sectores en los que divide el círculo del horizonte.

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Os preguntaréis seguramente a qué viene todo esto de la rosa de los vientos, si acaso he perdido el norte por alguna circunstancia de la vida. Que va, que va, todo lo contrario, este fin de semana lo he encontrado por primera vez. Y es que he participado el sábado en una carrera de orientación, a pesar de un tiempo que no hubiera podido con él ni el Noé ese con su Arca. Pero yo, campurriana en cuerpo y alma, logré surcar durante al menos una hora y media peligrosos mares llenos de algas espinosas, azotados por fuertes huracanes que levantaban a su paso enormes olas de barro y lodo. Todo eso sin desorientarme ni un momento, siempre atenta a mi Rosa de los Vientos particular, una brújula que me prestó Lourdes, mi profesora de Educación física. Total, que me lo pasé genial y aparte de un recubrimiento mimetizador de suciedad y hierba tampoco sufrí grandes daños.
No se si alguno habéis hecho una carrera de orientación, así que os voy a explicar mas o menos en qué consistía. Al principio pensé que se trataba simplemente de ir haciendo footing por caminos decidiendo de vez en cuando si tirar pa' la izquierda o pa' la derecha, pero me ha quedado claro que estaba equivocada, como muy tarde cuando me vi arrastrándome pendiente arriba entre jadeos y buscando una baliza por las zarzas... ES QUE TENGO UN ABUELO ANDALUZ, Y LO DE LA EXAGERACIÓN TAMBIÉN ESTÁ EN LOS GENES.
De lo que se trataba era de hacer un recorrido a través del monte pasando por una serie de puntos después de haberlos localizado gracias a un mapa y a una brújula. Para ello, primero hay que orientar el mapa, es decir que el norte de éste coincida con el norte que señala la brújula. Entonces ya es fácil situarse y encontrar la dirección en la que ir.

Pero eso no era lo único, una vez se sabe el rumbo hay que decidir cómo seguirlo. No es lo mismo navegar cerca de costas rocosa y escarpadas, por zonas abundantes en torbellinos o icebergs sin compasión y malvados piratas, que por aguas tranquilas. Durante la carrera descubrí que el camino más corto no siempre es el más rápido, algo que siempre me había parecido un contrasentido. Aquí algunos de mis gloriosos atajos marcados en azul, mientras que las distancias a vuelo de pájaro están en rojo. Juzgad por vosotros mismos, pero acordaos de que yo no podía volar (escusa tonta).

Cuando se llegaba a cada punto, se encontraba una baliza (un cubo de tela naranja y blanca) de la que colgaba una pinza codificada con agujas. Había que picar en la casilla correspondiente de una tarjeta, pero teniendo cuidado antes de que era la baliza correcta, porque estaban numeradas de manera distinta que los puntos de paso. En el mapa venía qué número tenía la baliza del punto uno, del punto dos, etc... Ah, y había que picarlas en órden.
En fin, quedé cuarta (Uyyyyy), pero es que había una chica en mi categoría que tenía mucha experiencia, y para mí era la primera vez... De todas formas, cuarta no está mal, ¿no?