23/10/08

Otoño (ahora o nunca)

Ahora o nunca porque si espero algo más, se me echa encima el crudo invierno. Ayer mismo salí de casa para esperar al autobús, como todas las mañanas. Eran las ocho de la MADRUGADA, noche cerrada, con el escaso halo de dos farolas como única luz. Llovía, las gotas de agua me perforaban la cara cual puntas de flecha y parecía más granizo que otra cosa. Un viento huracanado me envolvía y el frío glacial congelaba mis huesos y paralizaba la sangre que hasta entonces corría por mis venas. Enseguida intenté volver a entrar a mi casa, el seguro refugio a este tiempo característico de la más inhóspita estepa siberiana. Pero por más que golpeaba febrilmente la puerta y dejaba mis uñas en carne viva arañando las ventanas con desesperación, nadie acudió a salvarme, tal vez porque el bramido furioso de los enloquecidos elementos de la Naturaleza tapaba mis gritos agónicos. Cuando el autobús escolar, desafiando la muerte llegó por el desfiladero a Puentetoma, halló mi cuerpo, una estatua de hielo sumida en el sueño eterno, mientras que mi alma vagaba ya feliz por los Campos Eliseos...

Fin

(Aplausos)


Ejeeem, vale. Y ahora tres fotos que marcan para mi el comienzo del otoño y la despedida definitiva del tiempo de pantanos y piraguas, de campamentos y excursiones, de teatro de calle y cenas en el jardín, de la agradable compañía de los mosquitos...


Lo más importante, a parte de las reservas de víveres, es la fuente de calor. Un mar de leña invadió la calle San Antonio.



El siguiente paso es cambiar las pegajosas y asquerosas trampas mortales para mocas...


...por perversas y crueles trampas mortales para ratones.

¡Y todo en bonitos tonos otoñales!

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